CRONOS
Y me hallaba entre hilos de seda, brillantes como el sol, movidos suavemente por el aire que tenía aroma a ti. Sentía mi corazón latir eufóricamente acompañado de mariposas en el estómago danzando alguna marcha turca, mi visión de todo era del color de tu piel, una mezcla entre el tronco y las flores del árbol del cerezo y tu voz melodía tibia; sí estaba enamorado, que más da, había que aceptarlo, me sentía vulnerable y con extrema sensibilidad femenina, cosa que no quería reconocer, porque la debilidad no es cosa de hombres, pero también significaba que parte de ella estaba en mi ser.
Cruel fue la tarde cuando cambié mi acostumbrado paseo nocturno de Cronos, mi perro, por horas antes. Mis ojos de amor no daban fe a lo veían, era ella en brazos de otro, lo recuerdo bien, hasta el detalle de la luz crepuscular del sol entre ellos que desapareció lentamente porque juntaron sus rostros, sus labios.
Mi corazón sufrió, se quebró y dolió tanto, tanto que se desangró y murió, dejó de latir convirtiéndose en piedra. Y la odié con la misma fuerza con que la amé, le deseaba la muerte con sufrimiento desgarrador , cortar gradualmente y con placer su elegante cuello de cisne, verla morir entre mis brazos que no hacían más que adorarla, cobijarla con ternura, ¡ay¡ …..como dolía.
Sentado en el banco de fierro blanco del parque donde mi corazón se petrificó, le doy de comer a las palomas, mi rostro y mis cabellos reflejan el paso de varias navidades sin amor, jamás la volví a ver y el viento que no olía más a ella, sigue acariciando mis sentidos cansados de vivir .
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