MAFALDA

LA IMAGINACION Y LA PASION ROMPE ESQUEMAS

Ven y desvístete. Estoy temblando como una hoja de árbol seco a punto de caer…. Y me pierdo.
Recuerdo un remolino de luces y cemento girando y girando, el licor en la garganta a punto de brotar por unos labios resecos y adormecidos. Despacio, despacio me deje dominar por la gravedad y caí al piso apoyándome en un poste de luz, podía ver la plaza del parque como un mosaico de colores encendidos y unos brazos masculinos que supuestamente me ayudaban. – No puedo ir a mi casa así, mis padres que van decir- Y como respuesta apenas decodifiqué : Vamos a un hotel, nos regresamos temprano.
Mierda, como crees. Si me quieres bien, la pasamos aquí hasta que se pase un poco.
No pues cariño estoy cerca de mi casa, no me pueden ver contigo.
Ven. Yo sigo temblando como una hoja de papel, siento frío.
Vamos párate que ahí viene un taxi, me sujetó fuerte y logró levantarme a pesar de mi negativa que iba acompañado de mi rechazo corporal. Perdí el sentido. Es oscuro
Rato después pude estructurar visualmente una recepción de hotel, algunos imbéciles que me miraban como reliquia de museo…otra vez todo es oscuro.
Apenas podía mantenerme de pie, me conducía con discreta fuerza por pasillos apenas iluminados por tenues focos rojos, se abrió una puerta de madera y una violencia tan brutal que los espejos y la luz del sol que ya entraba por la ventana pintaban un cuadro de carne con matices rojos, verdes y morados….. y la más eterna soledad.
Ven, no tengas miedo. Pero estás temblando, no va pasar nada que no quieras.
Sonrío. Ahora ya no tengo miedo, no siento nada, y como un autómata que repite siempre la instrucción aprendida saco un filudo cuchillo escondido cuidadosamente y meto el arma hasta el fondo de su vientre y hacia arriba sacando con exquisito placer sus entrañas y repitiendo lo mismo cuantas veces es posible hasta cansarme. Salgo limpia y discretamente del departamento con una sonrisa y con la idea de haber matado una vez más a aquel amigo que no me escuchó cuando le dije que no.

manías artísticas

El cenicero lleno de puchos, un café humeante, y una botella medio vacía de pisco. Era el bodegón perfecto del día, Cristiano Iglesias de La Cruz era un hombre mayor, maniático de la luz natural, por eso esperaba los diferentes matices del día para obtener diversos enfoques, tenía ya una semana de levantarse a las cinco de la mañana, y aprovechar al máximo el amanecer, mezclaba mágicamente los colores, y si la tonalidad cambiaba dejaba de pintar. Cristiano era extraño y exageradamente obsesivo, por ejemplo si su mente imaginaba alguna escena y estaba haciendo el amor con alguna bella ninfa, la abandonaba entre las sábanas y no le importaba poder morir y renacer a la vez; no se alimentaba ni bebía agua hasta conseguir alguna inspiración forzada, claro está, pero así él era feliz. Cuando terminaba alguna obra agradecía al arte y brindaba con algún néctar que el Baco podía proveer, ah por cierto Cristiano era ateo, dejó de creer cuando vio morir violentamente a su amada, en manos de una loca que lo pretendía.
Su habitación- taller de interesante y asimétrico diseño era testigo de mundanas reuniones con sabor a alcohol y embriagantes perfumes exóticos, a veces convocaba a sus incondicionales amigos y organizaba un cuadro de excitantes formas y posiciones, pieles de alabastro y ébano enjugados en sudor, sobre espaldas y senos, piernas y rostros, el asunto era captar la esencia del un momento y Cristiano ordenaba la quietud de una estatua, pero fue fácil de conseguir, todos terminaban extasiados y dormidos, todo esto cuando el sol marcaba el mediodía hasta que la luz desaparecía bajando el telón de la noche. Nunca conocí a alguien tan extravagante y maniático al momento de pintar, jamás crucé palabras con él, podía verlo todo y siempre que yo quería desde el ojo de mi ventana, que daba directo a su taller. Era mi fetiche favorito, él era mi inspiración.