Prácticamente no la veía hacía meses, y sólo el hecho de saber que me encontraría con ella, me desesperaba, al punto del descontrol y al regreso de mis manías ya curadas, morder mis manos hasta sangrarlas. Quedamos en vernos un sábado, cuando la luz del día se iba a descansar y la oscuridad hacía presa de mis peores pasiones reprimidas por sentimientos de culpa. Tenía todo preparado, como un adolescente desde el duchazo de rigor, pasando por música que le gustaba a ella, café caliente y algo de comer, hasta el toque romántico y pensé en poner velas, pero luego me pareció que era demasiado empalagoso. Nervioso contaba los minutos que faltaban. Luego de lavar mis manos que sangraban sin dolor alguno disimulé las heridas cubriéndolas con guantes de cuero negro. El sonido del timbre me estremeció y como si fuera un guepardo en busca de su presa salí a su encuentro.
Allí estaba ella, bella como siempre, con esa mirada perdida y transparente, como el agua que limpiaba mis heridas. Pasamos a la sala donde lo primero que hizo Lucía fue buscar algo de música para activar la imaginación, decía. Yo sólo la miraba perturbado y no podía actuar, tenía cemento en las piernas y para disimular mi inseguridad me senté.
Lucía sirvió el café , la verdad me desesperaba el silencio, pero tan extraña ella parecía no afectarla, realizaba un ritual al momento de servir el café, y fue allí donde escuché su dulce voz cuando me invitó a probar. Nos contamos todo lo que habíamos pasado en nuestras ausencias, y confieso que me llené de rabia cuando de los más resuelta me contó una aventura con algún tipo en una de esos encuentros de bohemia artística, posiblemente no sabía cuanto dolor me causaba saberla e imaginarla en otros brazos y siendo su piel de cítricos aromas acariciada por alguien que no era yo, pero es que en realidad jamás pasó lo que mi mente recrea todas las noches, y es que la forma mas exquisita de pensar en una mujer sin que te acusen de violación es con la imaginación.
Cuando ya me estaba cansando de ser buena gente y el amigo que todo lo escucha, encendí un cigarrillo me acerqué a ella y ….
Ahora en este rincón de estrecho espacio, me las busco para conseguir un cuaderno y lápiz , aquí en este lugar húmedo y hediondo, escribo una y mil veces lo que pudo haber pasado ese sábado , porque la verdad no recuerdo nada y no sé porqué estoy encerrado purgando 30 años sin ver la luz de la libertad, sin verla a ella, la mujer que tanto desearé y amaré siempre con toda mi alma. Sólo me mostraron unas fotos del final de su vida, mis ojos vieron una escena macabra, era una carnicería humana, su bella piel de cítricos aromas estaban matizados de rojo escarlata, descarnados como texturas en alto relieve, era un paisaje escabroso, donde faltaban trozos de carne y su rostro con mirada perdida no se podía reconocer. Me contaron también que nunca se encontraron los restos que faltaban.
¿Fui yo el culpable de su muerte? es que al final, después de todo ¿pude probar la delicia de su piel y el calor de su cuerpo?
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